La moda de la Selva Negra

18.6.12


Bricolaje

No se interesaba por el arte. El cuadro era un regalo de Julia y, por deferencia, decidió colgarlo en el comedor, junto al espejo. La imagen, un paisaje marítimo, era sugerente y no ponía a prueba ninguna capacidad cognitiva especial. Era una mar apacible, rematado por un navío a la antigua usanza, de grandes mástiles y blancas velas. Quedó contenta de la eficacia del martillo y de la obediencia de los clavos, que quedaron prisioneros en la pared.
Por la noche se despertó por la insistencia de un goteo molesto. Pensó enseguida en el grifo de la cocina, que ya había vendido su alma metálica al diablo. Pero el fregadero estaba seco. Se fue de nuevo a la cama, convencida de que se trataba de un delirio nocturno. 
Pronto volvió a abrir los ojos porque el incidente se reanudó. Al poner los pies en el suelo dio un respingo. La habitación estaba ya inundada y el agua le cubría las rodillas. Atormentada por un mal augurio, se acordó del cuadro. Fue hasta el comedor, sorteando algunos enseres que habían cobrado vida propia y flotaban juguetones en el acuario improvisado. El cuadro ladeado perdía agua por una esquina y el barco zozobraba. La situación le parecía absurda y nunca en su vida había oído una historia semejante. Quedó queda y vacía. Al poco, creyó oír voces lejanas que, a juzgar por la dirección, sólo podían provenir de la pintura. Unos marinos desencajados, proferían insultos. Uno de ellos, erigido en líder del grupo, le gritó desde el bote salvavidas: -¡Mira que eres inútil! ¡Tampoco es tan difícil clavar una tachuela en la pared!



 

20 comentarios:

  1. Es que los marineros son de armas tomar!!
    Una historia con final incierto..¿Clavó la tachuela o se ahorgó? que me gusta Mei.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Me gusta este cuadro torcido por el que se desparrama el agua. Mira que odio los cuadros torcidos, pero el tuyo me gusta. El ambiente marinero que has dibujado en el salón, a partir del cuadro, tiene su puntito en el derroche de imaginación, en la elección de tus palabras y en ese grito del marinero con el cual cierras tan perfectamente.

    Ya me gustaría ver al marinero colgando un cuadro...ja,ja, que no es cosa tan sencilla!!.

    Un besito

    ResponderEliminar
  3. Mei Morán, nunca me imaginé que una torpeza domestica pudiera acarrear tantos problemas. Yo que soy un manazas para estos asuntos tendré cuidado para la próxima vez.

    Me ha gustado que en este relato has incorporado varias historias y géneros. El poético del inicio, el realista entre medias y el surrealista al final. Además me he reído mucho con esos marineros atrapados.

    ¡Enhorabuena por el micro!

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya se sabe los accidentes domésticos son los más numerosos.
      Gracias por pasarte

      Eliminar
  4. Lo insólito del material que conforma la trama del relato es el eje sobre el que se asienta la tensión de este micro, que a mi parecer es estupendo.

    Un abrazo,

    P.D.: He de reiterarte un viejo pedido de ajuste de tipos y colores. NO puedes olvidar que algunos de tus lectores nos acercamos a pasos veloces al medio siglo de vida y la presbicia no perdona.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pedro me vas a hacer quitar el papel pintado del blog. Y eso, con lo que me gusta el fucsia!

      Eliminar
  5. He disfrutado con tu fantástica historia, muy imaginativa y bien llevada.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  6. Jajaja, hacía tiempo que no disfrutaba de un relato así de divertido y mágico. Me pareció que el suspenso interesa pero en vez de asustarnos hace que nos maravillemos.

    Hermosa la imagen de las mueblería flotando.

    ¡Abrazos!

    ResponderEliminar
  7. Esperemos que ella reaccione y enderece el cuadro o... que los marineros empiecen a saltar sobre la esquina más alta (aunque esto es más difícil). Lo que no sé es lo que le va a contar al vecino de abajo y para mi, que algo así no lo cubre el seguro.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Pues sí lo del seguro es peliagudo.
    Luisa, bienvenida a mi blog.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Qué bueno! Ese tipo de relato fantástico me apasiona. Te aplaudo la idea, es muy original, ese salirse el agua del cuadro por un calvo mal puesto. Me ha gustado "prisioneros en la pared". Siempre temí pinchar en cañería al clavar un clavo, ahora me acordaré de los marineros llamándome inútil.

    ResponderEliminar
  10. Cada vez que te dejo un comentario recibo este correo:Delivery to the following recipient failed permanently:

    remeig@web.com

    Technical details of permanent failure:
    Google tried to deliver your message, but it was rejected by the recipient domain. We recommend contacting the other email provider for further information about the cause of this error. The error that the other server returned was: 550 550 5.0.0 ... User unknown (state 13).

    ResponderEliminar
  11. Me gusta como has resuelto ese final, casi estaba viendo venir una tragedia, pero no... un clavo que mal clavado. Muy bueno de verdad, y esa imagen de los marineros: impagable.

    Besitos

    ResponderEliminar
  12. Maravilloso relato. Estaba yo capturado por la idea de que la protagonista había perforado las tuberías del agua con el clavo. Pero los gritos del marino furioso me ubicaron en la realidad de la fantasía.

    ResponderEliminar
  13. Muy buena la idea y el desarrollo.
    De lo fantástico al absurdo, y al revés.

    Cuidado, tropecé en "Quedó queda...".

    Abrazos

    ResponderEliminar
  14. Jajaja, qué bueno. Pues están apañados, o endereza el cuadro o se quedan embarrancados en el fondo. Ahora, que tampoco es para ponerse así, un fallito lo tiene cualquiera. Jajajajja
    Un abrazo, Mei.

    ResponderEliminar

Seguramente hay oro en tus palabras