Unión carnal
Siempre he
tragado con todo porque soy la más blandengue. Hasta que me enteré
que me engañaba
con mi marido.
Hemos
estado meses sin hablarnos. Pero fuimos enfermándonos de melancolía.
La oía suspirar a menudo. Yo me hacía la dura, pero la procesión
iba por dentro.
Volvemos poco a
poco a los viejos juegos de espejos, para poder vernos. Ahora ya le
preguntó hacia qué lado quiere que nos movamos, evitando así los
tirones. Si fuma, hago la vista gorda. Todo apunta a una
reconciliación certera.
A fin de cuentas,
estamos muy unidas, por la sangre y por el tronco.