El
párroco entró en la habitación con agua bendita. Encontró a la
niña sentada, los ojos en blanco. Profería gritos, hablaba
burradas, frases inconexas que, con fantasía, podrían ser arameo,
lengua que ella no conocía. El cura instó al maligno a que saliera
del cuerpo. Siguieron muchos ritos para expulsar al demonio. Tras una
pausa, prudente, el cura dijo a los familiares que la criatura no
estaba poseída, que sería mejor llevarla al psiquiátrico. La
madre, decepcionada, preparó la maletita para ingresarla. Pero, a
hurtadillas, le colgó al cuello la cadena con el pesado crucifijo
del Cristo del Gran Poder.
Texto finalista en el programa Wonderland de esta semana. La ganadora ha sido María Belén Mateos.