La moda de la Selva Negra

3.12.13

Magia potagia


                                                                                                                                                                












No le queda otro remedio, aunque le disgusta recurrir a esos artilugios para resolver



las cosas. De la caja de magia saca los utensilios. Envuelta en la capa, empuña la varita



astillada por el uso y disuelve unos polvos en el vaso de pócima improvisada con colacao. La ingiere con 



solemnidad. Se dirige a la habitación donde yace inconsciente la mujer. Le da unos golpecitos con el palito 



en el hombro haciéndole un abracadabra. Cumplido su cometido, limpia la sangre que sin parar sale de la



sien de su madre. Después se sienta, a esperar que el hechizo surta efecto.







Texto finalista de esta semana en  Wonderland La ganadora del concurso esta semana




ha sido Sara Lew. 



























27.11.13







El azúcar era la sal. Al gato le decía araña y atendía los requerimientos del abuelo sólo


cuando le llamaba nube. Con él hablaba ese idioma y así se entendían. En una helada,



el anciano tropezó y falleció sin que estuviera previsto. Óscar lloró a boca abierta la gran



pérdida y no había consuelo. Pasó como una pelota de unas manos a otras y acabaron



llevándolo a un orfanato. Allí le quisieron enseñar. Los números, las letras y las



palabras. Como nadie compartía su lengua se parapetó en un silencio inaccesible. Si



respondía era con gestos. En sus paseos al campo se dirigía a los gorriones y comunicaba a



su manera con las martas.



Al centro llegó una niña pelona y desdentada. La sentaron a su lado en la clase. Le



regaló plumas, hojas del otoño y le prestó su colección de caracolas de mar. Óscar las




acercaba a su oído y pasaba horas escuchando el sonido de las olas. El día que ella le



preguntó su nombre él puso su dedo índice encima de un cumulonimbo. La nena sonrió y



después de unos segundos contestó que a ella, aunque pareciera una estrella, podía



llamarla luna.





Texto escrito para la convocatoria de este mes en  ENTC. El tema es 


Inventa una palabra.     

23.11.13

UN MILLON DE FELICIDADES


                                                                                                                                                                                                       

13.11.13



Infiltrados

No estaba muy fina, la resaca me tenía sitiada. Me tomé varios zumos de naranja y dos aspirinas. Había puesto la radio por estar acompañada. Pero descubrí unas voces, que provenían de la salita. Parecían muy reales. Arrellanado en el sofá del salón discutía con naturalidad el grupo que había estado oyendo en el programa. Los personajes que entrevistaban empezaron a moverse a su antojo en el comedor, también los nenes de la publicidad de refrescos. Asustada apagué el receptor. Cesó así el tráfico de gente pero a los que habían tomado asiento nunca más pude echarles de casa.

Texto ganador en el Concurso de relatos cortos que organizó el verano pasado Radio Lanzarote-Onda Cero. Publicado en La voz de Lanzarote. El tema giraba en torno a la radio.

6.11.13

HIPÉRBATON






A pesar del olor pestilente que despide la besa en los labios. 


Le atusa el pelo, le iza los brazos que cuelgan como los de 


una marioneta. Prepara el desayuno con rebojos y la leche 


que amenaza con cortarse y lo engulle a toda prisa. Con la 


mochila llena de libros a la espalda, avanza en silencio por


el pasillo para no despertarla, sorteando las botellas vacías 


que navegan sin rumbo en cuanto las roza con los zapatos.  


Antes de salir recoge las buenas notas y les estampa la 


firma de su madre que ya sabe imitar a la perfección.




Me complace presentaros uno de los textos finalistas en el   



programa radiofónico de Wonderland de esta semana. Junto a 



Joaquín Valls, Sara Lew y Yolanda Nava.


23.9.13

Discrepancia




Desde lo alto el sol valiente había disipado todas las sombras, por las laderas resbalaba el verde y en las aguas del río los salmones daban saltos de fertilidad. Una montaña arbolada atravesaba el paisaje que quedaba rematado por un valle lejano, cerrado, sin salida. Algunas vacas pacían en unos prados protegidas por unas vallas de madera. Nada ni nadie hubiera podido romper aquella imagen preñada de un tal equilibrio. 
Sin embargo, de una manera insultante, inopinada, el cadáver yacía encima de la alfombra con los ojos abiertos, desangrándose por el orificio de la sien, justo debajo de la pintura.

10.9.13

Todo oídos





El banco del parque invita a acomodarse porque la canícula lo invade todo y ese escaño es el único que está en la sombra. La señora dice buenas tardes y toma asiento. El individuo de mirada lejana la ignora pero no parece contrariado. Su silencio le inspira confianza y ella empieza a despotricar contra el marido y los suegros, deplora la negligencia de los hijos, que, sin miramientos, han abandonado el hogar. Al cabo de un buen rato, la mujer se ha desahogado. Aliviada dirá adiós al desconocido que, rígido y sin pestañear desde hace ya horas, no podrá contestarle.




Hola a todos. De nuevo aquí en el blog para leernos, escribirnos , deleitarnos o lo que sea. Lamento no haber aparecido por vuestras casas virtuales durante algún tiempo pero las vacaciones son las vacaciones. Intentaré subsanarlo.
Mei

10.8.13

Me voy unos días. A ver si vuelvo con nuevas fuerzas...
Felices vacaciones a todos.

13.7.13

Amor rutilante





Un día nos repartimos los dos trocitos de la luna rota de un armario. En las tardes de canícula aburrida, el sol se resbalaba en los añicos y nos enviábamos, ella desde el alféizar y yo desde el camino, los fogonazos de un amor primerizo, cándido. A ella no la dejaban salir y a mí me gustaba aquel juego sin malicia.
En el otoño, empezó la escuela. La esperé con ansiedad para compartir los recreos, y hablar de lo nuestro. Pero su pupitre permaneció vacío. Supe que enfermó. Deambulaba cada día, hasta llegar a su calle apartada. A veces, después de largos minutos de angustia, se corrían los visillos y un chispazo se posaba como una mariposa en mi cara. Lloraba de alegría, al final me sacaba el pañuelo y me secaba los lagrimones, para que los muchachos no se rieran de mí.
Se presentó un invierno castigador. De las clases volvíamos mis hermanos y yo con la noche en los tobillos. Nos encerrábamos para no dejar entrar los cuchillos del frío. La primavera más tarde puso las cartas sobre la mesa. Me planté debajo de su ventana, aguardando unos destellos que nunca llegaron. Tampoco la volví a ver.


Propuesta para Esta Noche te Cuento para el mes de junio

23.6.13

Seis







-Hoy te hablaré de los cinco sentidos: El tacto-. Le agarra las manos, repasando con ellas el vientre, el pelo ensortijado, los labios carnosos. -El oído-. Le regala unas piruetas de Mozart, para que se enrede en los laberintos de la música. - El olfato-. Arranca una mata de hierbabuena y que así, embriagada de fragancias, se pierda en esa felicidad. -El gusto-. El sabor almibarado del albaricoque que le introduce en la boca. -La vista-. Entonces, él siente un escalofrío. Ella lo nota, entorna los ojos yermos y le susurra: -Papá, no te preocupes, yo, veo con el corazón-.

15.6.13

Inevitable





Los participantes se estrujan en el punto de salida. Esperan pacientes o con tembleque, según el talante del deportista, el pistoletazo para la carrera. A una, corren desbocados. Los más atléticos se pavonean convencidos de su éxito, los ancianos sacan fuerzas de flaqueza, seguros de que lo importante es concursar y los adolescentes sueñan con una primera victoria en la vida. El sol les fustiga con azotes de calor. Lipotimias, esguinces, desmayos intencionados, dejan a los primeros fuera de la competición. Los que quedan luchan con denuedo. Se suceden los abandonos. Sensación de fracaso, derrotas y heridas abiertas en el orgullo. En los últimos kilómetros del maratón la tortuga en la pista avanza a marchas forzadas con lentitud. Le sigue unos metros por detrás un hombre jadeante pero de pies ligeros. Los demás corredores o, bien han dejado el maratón o, bien se refugian en la lontananza retrasada de un polvoroso pelotón. Aquiles, con rostro ensombrecido, acusa cansancio. Al fin y al cabo, tiene que aceptar que el quelonio cruzará inexorable la línea de la meta, con ventaja infinitesimal, dejándole en ridículo y, lo que más le duele, tendrá que darle la razón a Zenón, el de Elea.

10.6.13

Mudanza











Entramos en las nubes de un cielo que estaba sucio. Amordazada por una niebla densa, la luz se restregaba ansiosa fuera en las ventanillas, a lengüetazos. Las gotas, de barrigas preñadas, se reventaban kamikazes contra los minúsculos cristales del avión. Para cuando anunciaron las turbulencias yo ya rezaba y, en un momento de sinceridad apocalíptica, te hablé de él. De la miel de vivir lo ajeno y recuerdo que lloré. Me miraste agradecido, por la confianza de contártelo. Amainó y la claridad secuestrada se esparció como un triunfo por la cabina. Al bajar del avión ya no fuimos los mismos.

3.6.13

Inexorable

Va cargada. Son los plumieres, las libretas y las reglas. Que mañana es el primera día de escuela y hay que ponerse las pilas. Va cargada. Son cuatro gintonics, o¿ eran cinco? Anda, que traspiés más tonto, serán los zapatos, que son nuevos y con esos tacones. Va cargada. Y qué caliente está en el bolso. Le quema la cadera y le pesa en el alma. Es la Parabelum. Cuando llega a casa: lo de siempre, los niños: de alboroto, mirando la tele. Y él parece no estar. Tendrá que volver a prorrogarlo. Ya es sólo una cuestión de tiempo.

30.5.13

Cuento atrapado



Mientras los relojes de cuco en el valle se desgañitaban para decir que llegaba la hora fatídica, el cielo, que era un borrón, no soltaba prenda. Los cervatillos se volvían todo corazón y el pecho les temblaba inexperto, con galope. Gnomos, elfos y ninfas corrían de puntillas hasta los lagos y se sumergían temerosos a esconderse entre los nenúfares. Aunque el bosque hermético no dejaba pasar ni una gota de aire, los abetos con una tristeza pesada, esclavos de sus raíces, apartaban las ramas para abrirles camino. Hänsel observaba preocupado la quietud de los parajes, Gretel, ingenua, recogía arándanos. Vestida de harapos, segura de su empresa la bruja atravesaba la selva negra, contoneándose por las veredas, embriagada por el olor de la carne humana.


Aquí mi cuento tuneado para la III Microquedada en Madrid, que hay que leer con los atuendos del traje típico de la Selva Negra puestos. Para el que no posea uno: aquí les dejo un sombrero virtual, para salir del paso. 
Por cierto, alguien sabe decirme el nombre del agraciado, castigado con llevarse el texto a su casa? 

Miles de abrazos

26.5.13

Javier Ximens



Luna de oveja

Sentado en la cama, con los pies desnudos sobre la piel curtida de oveja que hace de alfombra, Braulio „El Pastor“ le contaba a su nieto que ahora se enranciaba todo el día allí acostado pero que no dormía, que apenas era capaz de dar un par de pestañeos.
-Cuando yo era un zagal de tu edad, pasaba las noches en la sierra al cuidado de las ovejas en un duermevela hasta que salía la luna. Entonces, con el sonido de los cencerros y el balar de los animales, como nanas de lana, dormía hasta que Las Cabrillas iban altas.
El nieto, sentado a su vera, con los pies colgando, le escuchaba cabizbajo. Luego observó el ventanuco que da a la huerta y sonrió.
A la noche, cuando Braulio recolectaba recuerdos, oye el sonido de una esquila que mana por la ventana. Mira hacia el exterior y ve el lomo de una oveja recortado a la luz de una falsa luna de queso. 
-Jodío muchacho, ¡qué listo es!- dice, y al incorporarse en la cama siente en los pies la fría pizarra del suelo.


Este es el micro tuneado de Javier Ximens, que tuve la suerte de recibir en el encuentro del día 18 en Madrid con ocasión de la III Microquedada, de un montón de buenos microrrelatistas.
Tenéis que leerlo con amor, pues me parece que así está escrito. Ximens imprimió el texto en el envoltorio de un queso curado de oveja. El micro aparecía en el lugar de la etiqueta. Una virguería artesanal. El queso ya me lo estoy comiendo. Afortunadamente ha quedado el texto para vuestro deleite y el mío. 

20.5.13

Anto Logia

El fin de semana pasado nos reunimos bastantes individuos e individuas para asistir a un acontecimiento que nos produjo mucha alegría: La presentación del libro deantología  Una recopilación de autores que cultivan el género del microrrelato.
El día empezó con la puesta de largo del libro Viaje imaginario del Archipiélago de las Extinta, una joya a la que no deberíais renunciar, de Susana Camps.
Siguió una simpática introducción a la antología, aderezada por los comentarios y explicaciones pertinentes de los antólogos Manu Espada y Rosana Alonso, y de Mariano, orfebre de la Editorial Talentura, que nos ha acogido en su seno. Son todos ellos, bellas personas a las debemos la aparición en el libro.
Finalizado este acto, se pasó a las viandas. Sentada a la larga mesa de la Casa de León de Madrid tuve el inmenso placer de de conocer a bellos personajes de cuento, que de pronto estaban al alcance de mi mano. No voy a citar a ninguno en especial para no dejarme a nadie. Hubo encuentros emotivos y abrazos muy afectuosos. La savia de las emociones corrió a mares por mis venas. Seguimos en varias direcciones: Teatro Álfil, para ver la obra de Miguel Ángel Flores, bares varios para acabar la velada con algunos vinos y cervezas. Creo que algunos continuaron la ruta pero en un momento dado mi cuerpo ya no aguantaba más embates y me retiré a mis aposentos. Un día inolvidable.

15.5.13

Justiciero


Los golpes son ya insoportables. Se niega a abrir. Con tres críos dónde va a pasar la noche. Aporrean tanto la puerta que no puede menos. Ahí están ahí, sin piedad. Ya no ofrece resistencia. Cuando todo está perdido viene el más pequeño. Antes ha pasado por la cocina, ha abierto el grifo y con el chorro delgado porque también les han cortado el agua, ha rellenado el cachivache. Se acerca al ujier y apuntado hacia el pantalón dispara, dejándole empapado. Antes de que pueda reaccionar le suelta un: -Eres el malo y te he matado, ahora tienes que caerte al suelo.

6.5.13

Quimeras



Las pesadillas habían abierto trincheras. Brujas con verrugas poblaban mi duermevela. Me amenazaban con castigos y torturas. Cuando por fin me despertaba, un rayito de sol extraviado me hacía cosquillas y niños de cabellos rubios peinados con onda venían a buscarme, salíamos al patio, infestado de rododendros y madreselva, cuyos aromas embriagadores vapuleaban con amabilidad voluptuosa las narinas. Los juegos concatenados se extendían sin reproches y, sólo eran interrumpidos por la llamada de una novicia, que sonriendo desde el porche nos anunciaba que la merienda, opulenta, regada de malvasía, servida con amor incondicional, nos esperaba en el refectorio. Eran horas de felicidad de limbo imperturbable. Sin embargo, el día empezaba mal. Al abrir los ojos volvía a darme cuenta de que todo había sido un sueño, que la jornada transcurriría trufada de delirios. Con las brujas de verrugas rematadas por púas negras que repetían odiosas, que mi madre me abandonó porque no me quería. Yo entonces apretujaba el tiempo como podía para que llegara la noche y que, en un nuevo ensueño, alguna Sor Sonsoles me acurrucara en su regazo y los niños de bella onda me prestaran sus canicas.


Me reincorporo lentamente a la escritura. He dejado el blog un poco patas arriba durante algún tiempo. A veces las cosas no son fáciles.  

17.4.13

Mentirijillas



Abrigo impecable, los zapatos lustrosos, la camisa impoluta, el maletín, siempre sellado con un código de cinco dígitos. Besos matinales de café y aftershave, a ella, a los niños. Sube al deportivo. Deja atrás el centro y se acerca desbravando a la playa, que conoce como la palma de su mano. Aparca. Sin salir del vehículo abre el portafolios. Saca las fotos de familia, los números rojos, la carta de despido de hace dos años y llora. Cuando el atardecer enrosece los perfiles, vuelve a casa y asegura, como cada día, que la jornada de trabajo le ha cundido mucho.


2.4.13

Lapsus




Esos malditos cinco minutos. Si no hubiera sido la lavadora que había que vaciar. Los tejanos que hay que sacudir para que no se apelmacen. La olla, que no se peguen los macarrones. Además el timbre. El cartero con un telegrama, que pesa mucho porque trae una mala noticia. Y en ese tiempo de urgencias, te me escapas, con el peluche colgando, a tu sitio preferido. Desde el balcón miras para abajo y ves a las personas, que son hormigas porque está tan alto. Te cuelas por los barrotes y pisas el vacío. Mi mano angustiada ya no te alcanza.


Texto ganador de esta semana en Wonderland 2.4.2013

26.3.13

Almas peregrinas


El sendero que iba desandando no menguaba. Se iba ensanchando, aumentaba a voluntad a medida que se unían otros caminantes. Aunque me había propuesto no cruzar palabra con ninguno de ellos, no pude evitar que me hablaran. Algunos se quejaban de las rozaduras en los tobillos y otros del calor y del peso de las mochilas. Yo les despreciaba sabiendo que tenían un destino, que subirían a un avión y desorientados olvidarían el camino. 

20.3.13

Barrios fantasma





Derriba la puerta a golpes. El piso, flamante pero sin muebles le parece un regalo. Son siete. Sólo hay dos habitaciones pero ya se las arreglarán. A lo largo del día van oyendo ruidos en los otros rellanos. Se van abriendo todas las puertas y vienen a bandadas. Van ocupando los apartamentos y cuando no queda ninguno vacío, el resto de familias, con caras compungidas, se postan en la entrada, con paciencia inusitada esperando que algunos de los que ya se han instalado renuncien, para que puedan entrar ellos.

1ª jornada de la PRIMAVERA DE MICRORRELATOS INDIGNADOS 2013.
Impulsores de la iniciativa:

La Colina Naranja
Explorando Liliput
Relatos de andar por casa
Pliegos volantes

18.3.13









Saudade
Nos reunimos como cada atardecer alrededor del suero vital. Después de ingerir la dosis diaria nos estiramos en los sofás de olas de gas para digerir y contemplar el universo. La mayoría se deja ir, sin oponer la más mínima resistencia, derrotados por la belleza de Andrómeda, tan cercana. Cuando yacen imperturbables, adormecidos por los cantos de las estrellas a través de los auriculares, saco el visor turístico de color verde que encontré entre las pocas pertenencias terrenales de mi abuelo. A pesar del saqueo sistemático a sus recuerdos al llegar a este planeta, algunos pudieron esconder reliquias que se han convertido en objetos deseados y valiosos por los que estarían dispuestos a cometer crímenes. Al pie de la única imagen visible en la pequeña televisión de juguete, hay una inscripción: La ciudad de los enamorados y de la luz. Observo un montón de hierros tapando un atardecer en la Tierra. No entiendo el sentido de aquellas palabras y decido enseñar el chisme a los demás. Niegan conocer el lugar. Sólo uno de los más ancianos mueve tembloroso las comisuras de los labios, incapaz de contener unas burbujas de melancolía.

Colaboro con este texto este mes en ENTC. El tema es 2084

26.2.13

Actores de andar por casa


Son muchos años de amor por el teatro. El enfermo imaginario: la casa siempre llena de remedios, las quejas por las comidas. Otelo. ¡Qué recuerdos! Le abría los cajones y le olía las ropas al volver de la calle. Y siempre le parecía encontrar algo. Después los castigos. Y la vida con Casanova, y sus mujeres. Hoy le toca a ella, el papel difícil. Pero se ha estado preparando todo el invierno. Deja el delantal en la cocina y se pone el abrigo. Nora no se despide de sus hijos. Sin equipaje, franquea la puerta. Cae el telón. Para siempre.



11.2.13

Madreperla





Era de nácar, con aplicaciones de plata. Para protegerlo de cualquier embate, envolviamos el peine en un pañuelo de seda. Se trataba de los únicos objetos de valor que la bisabuela había traído al volver de Cuba. Lo sacábamos del cajón con respeto y lo liberábamos del suave velo. Así empezaba la ceremonia. Cuando los demás, en las tardes del estío dormían, mi hermana y yo desafiábamos el tornasol peinándonos, por el placer de ver los reflejos dorados, que se detenían en cada mechón. Yo envidiaba la cabellera de Martina. No porque fuera rubia, ni tampoco por su brillo, ni siquiera por la largura. Tenía muy poca traza para peinarse y siempre me pedía que le quitara los enredos. Los ayes del principio eran inevitables y sólo empezaba a regodearse, cuando las púas se adentraban con confianza y sin resistencia en la densa mata. Sentada en la solana, con la elegancia de una princesa de tiempos remotos, se soltaba el moño en el que aprisionaba sus cabellos cada mañana. Como efluvios, se dispersaban por el aire todas las criaturas que encontraban cada día refugio fugaz en la pelambrera. Las abejas, algunas avispas, tres gorriones, los elfos y las hadas. Pero lo más bello eran los miles de mariposas que, atolondradas, salían disparadas en todas las direcciones. Mi hermana, la muy tonta, ni se daba cuenta.


9.2.13



La vuelta al mundo

Iniciaban los periplos con una lectura. Viajaban a los países más recónditos. A todos los confines de la tierra. Perseguían murciélagos en las cuevas, escalaban cordilleras de nieves perpetuas. Lloraban con la magia de los atardeceres. Pisaban las catedrales con el respeto de un creyente. Habían surcado todos los océanos, descendido por gargantas y acantilados peligrosos. A la caída de la tarde de cada día del año, emprendían el trayecto más penoso de la odisea. Él la llevaba en la silla de ruedas, con paciencia, del salón a la habitación. La cogía en brazos y con mucha ternura la metía en la cama.



Este texto surcó ayer las ondas del programa Radio en Colectivo de Radio Mislata. Nicolás Jarque me invitó a participar y compartir la experiencia con otros 24 microrrelatistas conocidos. Todo un honor. Si pincháis en el enlace podéis oír también el resto de textos.

5.2.13

Desayuno


Choque frontal de mis palabras contra la portada del periódico detrás del que te parapetas, con consecuente caída en picado de mi retahíla desesperada sobre el café humeante, para la salvación de este amor moribundo. La tostada se me estrella en el suelo por el lado pringante y se llena de reproches pelusillas, que se incrustan en la mermelada de arándanos. El móvil se menea, dando brinquitos de infidelidad sobre la mesa. Hablas críptico y morse por el aparato, creyendo que me engañas. Me espetas un beso espachurrado en la frente. Volveré tarde, balbuceas. Si es que vuelves, pienso yo.


Texto premiado esta semana en el programa Wonderland en el apartado l´Art d´escriure.

20.1.13

Emigrantes, I Carrera Verde



Las dulces palabras de mamá provocaron más bien malestar. Nadie quería caer en una melancolía blanda que impidiese actuar rápido. La nave provista de lo únicamente imprescindible, nos esperaba en la parte baja de la colina. Toda la familia subió sin vacilar aunque, con la mirada húmeda, aún nos dio tiempo de echar una ojeada, por el rabillo del ojo y ver todos aquellos cráteres vacíos. La amenaza de erupción era inminente y decidimos irnos para siempre. Desde arriba todo lo que había sido cercano y conocido convergía en un sólo punto, que acabó desapareciendo. El viaje fue eterno y dormimos durante años. Despertamos más viejos pero con la esperanza de encontrar un nuevo hogar. Las coordenadas coincidían y el punto de llegada era exacto, el aterrizaje también. Poco después tomaron tierra miles de los nuestros. El paisaje era desolador, el planeta no era tan bello como el que habíamos abandonado, las montañas de basuras se amontonaban y el grado de radioactividad y contaminación era muy elevado. Las aguas de ríos y mares otrora seguramente claras se movían lentas y sucias. Supusimos que los habitantes habían perecido por esas causas. Estudiamos sus técnicas de construcción. Algunos edificios llamaron nuestra atención. Pirámides misteriosas en terreno desértico, una larga muralla que pudimos ver desde el espacio antes de llegar, una torre inclinada, que luchaba contra la fuerza de la gravedad. Extrañas formas de vivir que no íbamos a retomar. Todo estaba por hacer pero teníamos el ímpetu y la fuerza. Nos movía la ilusión y el instinto de supervivencia. 

Tomo el testigo de Ana Crespo  con su frase: las dulces palabras de mamá y finalizo así la I Carrera Verde de los Repollos. Según una brillante y entretenida iniciativa de nuestra querida amiga Luisa Hurtado.

14.1.13



Afuera
La invitación descansa encima de la cama. Quedan horas para la fiesta pero ya ha elegido la ropa. Se viste despacio, con la seguridad de que hoy sí lo conseguirá. Enfunda las medias y se pone los zapatos casi nuevos. Pero el corazón le palpita y la ansiedad la saquea. Se estira sobre el sofá. El calor empieza a apretarle el cuello. Entorna la ventana en busca de aire fresco. Recobra fuerzas, se siente mejor y se dirige a la puerta del piso. Abre tímidamente, mira el rellano vacío y hostil. Cierra y atranca. Esta vez, como siempre, tampoco saldrá.