La moda de la Selva Negra

22.4.12


Secretos

Chispa las encontraba todas. Su dueño lo había amaestrado con enjundia. Salían cada día a las cuatro de la mañana. Iban siempre por diferentes caminos porque el viejo receloso desconfiaba de todos en el pueblo. Ni siquiera sus hijos sabían los lugares. Una vez allí, en el trufero, soltaba al perro y le restregaba las trufas por el morro para que buscara. El animal se volvía loco. Jadeaba y olfateaba la tierra. El viejo se acercaba y con un pequeño azadón escarbaba entre los cantos y las raíces hasta encontrar el tesoro. Llevaban muchos años juntos y Braulio pasaba con Chispa más tiempo que con su mujer.
Aquel año Chispa andaba enfermo. Cojeaba y se equivocaba cada dos por tres. En el trufero ya no era capaz de dar con los sitios. Braulio escarbaba allí donde el perro olisqueaba pero a menudo no encontraba nada.
Por la navidad el perro ya no se levantó. Braulio no se movía de su lado hasta que no pudo soportar más y se iba solo al campo. Se tiraba al suelo y acercaba las narices a la tierra convencido de haber aprendido del perro. Escarbaba desesperado pero sólo encontraba piedras y algún topo muerto.
Volvía a casa derrotado. Rendía visita a Chispa antes de irse a dormir que le miraba con los ojos húmedos y que guardaba silencio. Chispa no sobrevivió el invierno. Braulio no llegó al verano.



Uno de los textos seleccionados en la convocatoria "Con un par de narices" de la revista La Esfera Cultural


















11 comentarios:

  1. Allí ya te lo comenté. Me gustó mucho el dibujo que haces de Chispa con esos ojillos humedos. Me enternece esa imagen. Ahora siguen buscando trufas en pais que ya no se muere.

    Un abrazo, Mei.

    ResponderEliminar
  2. Un cuento hermoso sobre la unión y la amistad. Pasa a menudo que cuando dos seres se acompañan y uno falta, el otro no tarda en acompañarle. Muy tierno.

    ¡Abrazos!

    ResponderEliminar
  3. Me alegro que lo hayas traído a tu rincón Mei, porque no leí todos los relatos de la convocatoria y, claro, este me lo había perdido.

    Me parece un micro fantástico, que exuda sensibilidad, a la vez que le hace justicia al sentimiento de amor por un amigo.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  4. Muy bien descrito ese vínculo tan especial que en ocasiones se establece entre estos animales y sus dueños.

    Felicidades.

    ResponderEliminar
  5. El perro el mejor amigo del hombre. Gracias a todos por vuestros comentarios y por pasaros.

    ResponderEliminar
  6. Mucha pena que murieran los dos. Era tan entrañable su relación que hasta lo he sentido. La imágen del hombre olisqueando la tierra es memorable.

    Me gusta, Mei. ¡Encantada de compartir lomo contigo!.

    ResponderEliminar
  7. También me alegro de surcar las mismas páginas que tú.
    Un abrazo Laura

    ResponderEliminar
  8. Qué grande, en un momento temí por la vida de Chispa, me llevó a los Santos Inocentes de Delibes. Pero no, el intento de adaptación, muy bueno. El final paralelo, vidas unidas. Me alegro de compartir libro contigo. De paso me quedo por aquí, a ver que se siembra.

    ResponderEliminar
  9. Hola Ximens. Yo también te sigo. Me gusta mucho lo que escribes. Lástima que no te prodigues mucho.
    En todo caso, bienvenido a mi blog.
    Nos leemos

    ResponderEliminar
  10. Un texto triste y enternecedor. Siempre digo que no sé por qué, pero lo triste siempre es más bello. Es el caso. Abrazos.

    ResponderEliminar
  11. Me ha gustado. El vinculo que se crea entre un hombre y su perro es algo entrañable y dificil de explicar. Los consideramos parte de nuestra familia y olvidamos que son animales queriendolos como si fueran personas.
    Es una pena que su viaje a nuestro lado dure tan poco tiempo.
    Seguire leyendote Mei un saludo

    ResponderEliminar

Seguramente hay oro en tus palabras