La moda de la Selva Negra

21.2.12

Desubicado

Un anciano un tanto desorientado entra en un café. Seguidamente le caen encima los azucarillos. La cucharilla le zarandea hasta que cae, provocando un maremoto en la taza.
La marea salpica el mantel de encaje y mancha la falda tableada de la clienta. El camarero se apresura, bayeta en mano, para lo que haga falta. La dama le recrimina que el trapo está sucio. En la trifulca, el camarero vuelca la taza. Y le deja la falda hecha un cromo. El anciano, empapado en cafeína, reconoce el error. Porque lo que a él de verdad le gusta, es el vino.


4 comentarios:

  1. Hola Mei, he leído todos tus relatos de febrero sobre sucesos "ramonionos" de la vida. Son estupendos, aunque no sé porqué escamoteas siempre una linea causal; quizá para acrecentar la sorpresa o quizá por razones de espacio, que los lectores ponemos tras para redondearlo. Resulta curioso, pero no confuso; he ahí la gracia.
    Besos desde Madrid

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  2. Un cuento sobre tazas!!!! Me fascina, pobre señor, fue a buscar lo suyo en el lugar equivocado. Muy suculentas tus descripciones de todo el suceso. ¡Saludos!

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  3. Hola Gastón, bienvenido a mi blog. Interesante tu comentario. No tenía la intención de escamotear nada. Me lo pensaré.
    Un abrazo
    Hola Melvin, sí es verdad hablé sobre tazas. Como tu blog. Quizá en el subsconciente... No la verdad es que a partir de un chiste muy viejo se me ocurrió esta historia.
    Un saludo

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  4. Estupendo, una especie de hombre menguante aficionado al vino. Podrías hacer la versión del vino, a ver qué ocurre. Muy divertido.

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Seguramente hay oro en tus palabras