La moda de la Selva Negra

23.9.11

Oporto

El centro de Oporto no huele a vino. Para eso está Vila Nova de Gaia, con sus calles llenas de bodegas. Oporto huele a moho. Los edificios vetustos, que hablan de mejores tiempos, están vacíos. Sus propietarios no pueden pagar los arreglos que serían necesarios para desterrar tanta humedad, que se empecina en ocupar las paredes de los pisos. Y, sin embargo, es una de las ciudades más bellas que conozco. Sin la arrogancia de París, ni la modernidad de Londres. Con el empecinamiento de las villas íbericas en permanecer, desafiando la ley de la gravedad.

1 comentario:

Seguramente hay oro en tus palabras