Sentado
en la cama, con los pies desnudos sobre la piel curtida de oveja que
hace de alfombra, Braulio „El Pastor“ le contaba a su nieto que
ahora se enranciaba todo el día allí acostado pero que no dormía,
que apenas era capaz de dar un par de pestañeos.
-Cuando
yo era un zagal de tu edad, pasaba las noches en la sierra al cuidado
de las ovejas en un duermevela hasta que salía la luna. Entonces,
con el sonido de los cencerros y el balar de los animales, como nanas
de lana, dormía hasta que Las Cabrillas iban altas.
El
nieto, sentado a su vera, con los pies colgando, le escuchaba
cabizbajo. Luego observó el ventanuco que da a la huerta y sonrió.
A
la noche, cuando Braulio recolectaba recuerdos, oye el sonido de una
esquila que mana por la ventana. Mira hacia el exterior y ve el lomo
de una oveja recortado a la luz de una falsa luna de queso.
-Jodío muchacho, ¡qué
listo es!- dice, y al incorporarse en la cama siente en los pies la
fría pizarra del suelo.
Este es el micro tuneado de Javier Ximens, que tuve la suerte de recibir en el encuentro del día 18 en Madrid con ocasión de la III Microquedada, de un montón de buenos microrrelatistas.
Tenéis que leerlo con amor, pues me parece que así está escrito. Ximens imprimió el texto en el envoltorio de un queso curado de oveja. El micro aparecía en el lugar de la etiqueta. Una virguería artesanal. El queso ya me lo estoy comiendo. Afortunadamente ha quedado el texto para vuestro deleite y el mío.