El
banco del parque invita a acomodarse porque la canícula lo invade
todo y ese escaño
es el único que está en la sombra. La señora
dice buenas tardes y toma asiento. El individuo de mirada lejana la
ignora pero no parece contrariado. Su silencio le inspira confianza y
ella empieza a despotricar contra el marido y los suegros, deplora la
negligencia de los hijos, que, sin miramientos, han abandonado el
hogar. Al cabo de un buen rato, la mujer se ha desahogado. Aliviada
dirá adiós al desconocido que, rígido y sin pestañear
desde hace ya horas, no podrá contestarle.
Hola a todos. De nuevo aquí en el blog para leernos, escribirnos , deleitarnos o lo que sea. Lamento no haber aparecido por vuestras casas virtuales durante algún tiempo pero las vacaciones son las vacaciones. Intentaré subsanarlo.
Mei
Y se diría el pobre hombre estatua que el desahogo gratuito se hace con árboles o con las poderosas de la naturaleza (Ondas do mar de Vigo).
ResponderEliminarUn regreso muy sutil, enhorabuena.
Juan M
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Me alegra que regreses, Nei; espero que con las pilas cargadas.
ResponderEliminarMe gusta tu micro, porque esconde una trageida más grande que la tragedia que muestra.
Buen trabajo. Veo que te ha sentado bien descansar.
Un abrazo,
Bienvenida Mei, tu entrada me ha recordado a algo muy divertido que me contó mi abuela hace años, sobre una señora del pueblo que fue a la ciudad y se escandalizó por un maniquí desnudo, al que confundió con una persona de carne y hueso. En fin, el mensaje en este caso da que pensar. La soledad clama por unos oídos, aunque sean de piedra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy interesante tu relato. Me hace pensar que, a veces, nos hace falta una persona que solamente nos ESCUCHE. Se me viene a la cabeza la idea de ser todo oídos, y la imagen del psicoanalista escuchando a su paciente mientras piensa en otra cosa. Extraña forma de llegar hasta tu blog: buscando información para el profesorado sobre relato circular! Un abrazo, desde Argentina.
ResponderEliminarMei, feliz regreso y que buen regalo nos has hecho. Un microrrelato que muestra lo nocivo que puede llegar a ser la soledad, que ni compartiéndola es capaz de aliviar a las almas solitarias.
ResponderEliminarA seguir escribiendo.
Besos.
Perdonada quedas, si sigues contando.
ResponderEliminarEnvidiada, por las vacaciones, eso también
La verdad de esta historia queda latente bajo una excelente prosa. El espíritu de Hemingway sobrevuela nuestras cabezas.
ResponderEliminarGracias.
Efectivamente, las vacaciones son para descansaar y yo también me he tomado mis descansos. Vuelves con un micro que refleja la soledad de los bancos, la soledad del individuo y la individualidad de las personas. Una escena bien recreada que he visto mil veces repetida en mi ciudad y sobre la que a veces, me da que pensar demasiado.
ResponderEliminarUn besote y feliz regreso al mes de setiembre, que seguro que nos depara grandes sorpresas. :)
Excelente observación de humor negro.
ResponderEliminarAdemás nos ilustra a pedir señales de vida para evitar iniciar conversaciones con personas en rigor mortis.