Círculo vicioso
Sube
a la noria armado de su cornete de vainilla y la cámara digital, el
regalo de cumpleaños de Elisa. Arrellanado en el banquillo de
madera, se prepara para la ascensión. Espera las arcadas que le
sobrevienen siempre que sube a las alturas. Una náusea que creer
poder superar pensando en su condición de hombre de pelo en pecho.
Es un truco que rara vez funciona y esta vez no va a ser menos.
Vomita. Cierra los ojos y se revuelve en el asiento hasta que se le
pasa. Abre los ojos y ante sí descubre unos barrotes de alambre
duro. Con ímpetu inusitado da un salto que le hace caer en un
pequeño receptáculo de agua. Sale y acaba rebozado en las semillas
del suelo de la jaula y aunque cierra los ojos y los abre decenas de
veces, el fotograma se repite. En su nueva vida de hámster sólo hay
sitio para su absurdo esfuerzo de Sísifo. Hacer girar la rueda.