Círculo vicioso
Sube
a la noria armado de su cornete de vainilla y la cámara digital, el
regalo de cumpleaños de Elisa. Arrellanado en el banquillo de
madera, se prepara para la ascensión. Espera las arcadas que le
sobrevienen siempre que sube a las alturas. Una náusea que creer
poder superar pensando en su condición de hombre de pelo en pecho.
Es un truco que rara vez funciona y esta vez no va a ser menos.
Vomita. Cierra los ojos y se revuelve en el asiento hasta que se le
pasa. Abre los ojos y ante sí descubre unos barrotes de alambre
duro. Con ímpetu inusitado da un salto que le hace caer en un
pequeño receptáculo de agua. Sale y acaba rebozado en las semillas
del suelo de la jaula y aunque cierra los ojos y los abre decenas de
veces, el fotograma se repite. En su nueva vida de hámster sólo hay
sitio para su absurdo esfuerzo de Sísifo. Hacer girar la rueda.
Me ha encantado, es genial tu visión de ese vida de hámster, tan tan humano. Muy divertido. Tuve que pararme y releer dos veces para saber donde me estabas mandando con las palabras pero... ya esta sonriendo, segura de que sería un buen viaje. Y no me equivoqué.
ResponderEliminarMei, es un relato surrealista que me ha hecho solidarizarme con ese hámster que solo descubrimos al final, pues yo solo he subido un par de veces a las norias, y nunca más Santo Tomás.
ResponderEliminarNo quiero para mí una existencia tan enjaulada y repetitiva como la de estos animales, pobres.
Abrazos.
Creía tener claro el micro hasta que leí los comentarios de Luisa y Nicolás; entonces me vi necesitado de una relectura, que al final sigue confirmando que me quedo con mi interpretación.
ResponderEliminarA mi me ha gustado ese tránsito de reencarnación, Mei, que lleva como castigo la noria como única forma de matar el tiempo una vez convertido en hamster.
Buen trabajo, sin duda.
Un abrazo,
Caí en la trampa! Buen microrrelato. Lo he disfrutado.
ResponderEliminarUn placer la visita.
Un saludo.
Yo también caí en la trampa Mei.
ResponderEliminarMuy ingenioso.
Fuerte abrazo.
Solo he subido una vez a la noria y lo pase tan mal que si puedo evitarlo no repetire.
ResponderEliminarTu micro me ha parecido triste porque el pobre animalillo esta condenado en vida.
Menuda reencarnación. No la quisiera yo para mi.
Saludos y enhorabuena otra vez por ser finalista del concurso Relatos brebisimos Mandarin
La metamorfosis tiene raíces míticas, todo lo mítico se transforma. Hace tiempo que no subo a una noria (acá le decimos la estrella) y ya me ha dado miedo.
ResponderEliminarBien lograda la metamorfosis, ese cambio de centro de atención que te hace interpretar de nuevo lo escrito.
ResponderEliminarUna sugerencia (atrevimiento) si me permites. La última frase (Hacer girar la rueda) yo la borraría. Me parece reiterativa y ya no aporta nada a lo que ya has dicho del absurdo esfuerzo de Sísifo.
Saludos
Interesante lectura del carácter siniestro que revelan ciertas atracciones de feria. Lo que parece diseñado para proporcionarnos placer nos encierra en una trampa sin salida. Destaca el nombre de Elisa, al principio del relato, que se pierde luego como todo aquello que acompaña al incauto. Historia bien tensada y mejor resuelta.
ResponderEliminarMe has hecho recordar las veces que subia a la noria
ResponderEliminarde mas jovencito,un relato inquietante, gracias por compartir.
que tengas una buena semana.
un saludo.