Infiltrados
No
estaba muy fina, la resaca me tenía sitiada. Me tomé varios zumos
de naranja y dos aspirinas. Había puesto la radio por estar
acompañada. Pero descubrí
unas voces, que provenían de la salita. Parecían muy reales.
Arrellanado en el sofá del salón discutía con naturalidad el grupo
que había estado oyendo en el programa. Los personajes que
entrevistaban empezaron a moverse a su antojo en el comedor, también
los nenes de la publicidad de refrescos. Asustada apagué el
receptor. Cesó así el tráfico de gente pero a los que habían
tomado asiento nunca más pude echarles de casa.
Texto ganador en el Concurso de relatos cortos que organizó el verano pasado Radio Lanzarote-Onda Cero. Publicado en La voz de Lanzarote. El tema giraba en torno a la radio.
¡Felicidades, Mei!
ResponderEliminarDispone este microrrelato de esa magia tan creíble y atractiva de la ficción y esa verdad que es la radio, que cuando uno se encariña —en este caso no es así— de un programa es casi imposible desprenderse de él. La radio es una buena compañía.
A seguir así de bien.
Besos.
Enhorabuena por el relato y su repercusión, Mei. Lo tiene merecido.
ResponderEliminarMe ha gustado esa invasión de los seres de las ondas en el espacio personal, es imaginativa e inquietante al tiempo.
Un abrazo.
Pues si que les gustó a estos infiltrados tu compañía, original e imaginativo, muy logrado y envolvente el ambiente de esos personajes que llegan a través de las ondas.
ResponderEliminarFelicidades.
Enhorabuena por el premio. Aunque en tu relato son los personajes en un momento dado, sí que es cierto que en nuestra vida de oyentes se quedan a vivir con nosotros para siempre ciertos personajes y locutores que entraron en casa por la radio. En casa de Saly, allí en los Montes de Toledo, había que apagar la radio (la primera que llegó al pueblo) cuando llegaba su abuelo, decía que era cosa de brujos y se liaba a bastonazos.
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