Entramos en las nubes de un cielo que estaba sucio. Amordazada por una niebla densa, la luz se restregaba ansiosa fuera en las ventanillas, a lengüetazos. Las gotas, de barrigas preñadas, se reventaban kamikazes contra los minúsculos cristales del avión. Para cuando anunciaron las turbulencias yo ya rezaba y, en un momento de sinceridad apocalíptica, te hablé de él. De la miel de vivir lo ajeno y recuerdo que lloré. Me miraste agradecido, por la confianza de contártelo. Amainó y la claridad secuestrada se esparció como un triunfo por la cabina. Al bajar del avión ya no fuimos los mismos.
Mei, vivir unas turbulencias pueden cambiarte la vida, pero una noticia como la que se apunta...sin duda te permuta para bien o para mal.
ResponderEliminarMuy bien representado ese pánico a esos momentos en el que el avión crees que no es más que un globo en medio del cielo.
Besos.
Sin duda las situaciones límite propician la confidencia.
ResponderEliminarExcelente exposición de una situación así.
Fuerte abrazo.
Ese final incierto deja el micro en el tejado del lector, me gusta.
ResponderEliminarSaludos
No, desde luego, que ya no fueron los mismos. Es lo que tienen algunas tormentas.
ResponderEliminar¡Qué bien lo has narrado!, me encanta cada palabra transfigurada en una sensación. Las gotas, la luz, la miel y esa confesión en un momento de pánico. Evidentemente, no se puede ser el mismo, ni la misma, después de tanto meneo.
ResponderEliminarBesos Mei, esta entrada me ha encantado, de verdad.
Un relato que pesa por lo que no dice, por lo que sugiere.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Hola Mei, acabo de leer en ENTC tu micro del espejo. Me ha gustado y he curioseado por tu blog.
ResponderEliminarMe está gustando aún más las cosas que leo. A partir de ya te persigo.
Invitada quedas al mío si quieres curiosear y si algo te gusta quedarte.
Me ecantará sentirme perseguido.
Un saludo y mucha suerte, tienes algo poético en forma de escribir y algo sintético en tu forma de narrar. me gusta.
Saludos