Añil hizo llegar los azulejos por el valle, camuflados en las alforjas de las mulas. Cuando llegaban al pie del edificio obligaba a los hombres a salir del pueblo con los ojos vendados, diseminados y en múltiples direcciones, para que no pudieran recordar el lugar. Los albañiles trabajaban de noche, a la tímida luz de la luna y después de dos días de labor, eran sustituidos por otros, que también venían de lejos. Pasaron algunos meses y la obra quedó terminada. Añil cerró por dentro la modesta casa, a cal y canto. Y tiró la llave en el pozo que se encontraba en el centro del patio. Al lado, se elevaba el complicado laber into vertical de baldosas índigo. Subió los peldaños empinados de la fantástica construcción. En una última inclinación alargó las manos. Introdujo sus dedos huesudos en lo denso de la bóveda celeste y acabó fundiéndose con el azul, tan profundo como el del mar.
Texto
con el que participé en agosto en el concurso mensual de
http://estanochetecuento.blogspot.de/
Ya lo conocía Mei, pero me ha encantado releerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Allí te dije lo que te repito ahora, que Añil y su historia me han retenido entre la delgada línea que separa el cielo y el suelo. Es un relato muy bonito.
ResponderEliminarUn abrazo
Mei, ya leí, y creo recordar que comenté, este relato en la página del concurso. Volverlo a leer siempre es un placer. Me ha vuelto a recordar a esos faraones que ordenaban construir sus mortuorios en el que también fallecían los que habían participado en su construcción. Y es que para que una obra sea irrepetible, no hay nada mejor que cargarse al autor o autores.
ResponderEliminarMuy bonito tu relato, y azul.
Abrazos.
Hermoso. Me fascinó la forma en que fuiste entrelazando la construcción con los distintos tonos de azul y ese final tan surreal y sugerente.
ResponderEliminarAbrazos.
Con todo el aire de una buena leyenda. Me gustó.
ResponderEliminarMe alegra que nos los traigas hasta aquí, Mei, porque no lo leí allí y este es un micro excelente.
ResponderEliminarEnmarcado en una tendencia más parasimbólica que fantástica, sus imágenes sugieren sentimientos significativos, en vez de elucidar el misterio.
Un gran trabajo, Mei. ¡Enhorabuena!
Un abrazo,
Creo que lo comenté allí. Igualmente digo que me pareció un texto original y que deja poso con ese final.
ResponderEliminarBesitos
Qué cuento tan lindo. No lo había leído. Sería hermoso irse así. Aunque fuera otro color, pero con esa paz, que desprende tu micro.
ResponderEliminarOtro.
Ya no recuerdo si te comenté allí, pero vamos, que aquí, leído sin prisas se aprecia un gran simbolismo, ese holocausto de colores me parece fenomenal. Envuelto en una atmosfera misteriosa para tener un giro hacía lo poético. Me gustó.
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