La pieza es de un
blanco aséptico, sin esquinas en el techo. Las paredes
acolchonadas son blandas, y sin ventanas. Una luz fría
penetrante, se lanza en picado desde la bombilla inalcanzable. La
apagan cuando está despierto, se enciende cuando, tras
incontables noches insomnes, se duerme agotado.
Nadie durante días.
Sólo los escupitajos en los rincones, cada vez que le dan las
pastillas, que esconde debajo de la lengua y, la batalla perdida,
contra la fuerza de la camisa de fuerza.
Para romper el
absurdo circular de la habitación, y no ser presa del abismo,
camina en cuadrado, a contracorriente.
Magnífico. Sin más palabras que lo afeen.
ResponderEliminarCaminar a contracorriente también es una opción.
Enhorabuena Mei.
Una poesía sobre la locura. Hermosos pasajes y una línea final que fluye como el agua.
ResponderEliminarY como siempre, tienes un gran talento para escoger las imágenes que acompañan tus textos.
Abrazos!
Es formidable cómo transmites el sentimiento de encierro, de desesperación, de desasosiego y de un rebeldía impermeable a la resignación del protagonista, Mei.
ResponderEliminarUn micro magnífico.
Un abrazo,
A mí tu texto me ha producido agobio infinito. Es desasosiego y resignación como decía Pedro, que nos transmites con mucha fuerza. Coincido con él.
ResponderEliminarAbrazos Mei.