Secretos
Chispa las
encontraba todas. Su dueño lo había amaestrado con
enjundia. Salían cada día a las cuatro de la mañana.
Iban siempre por diferentes caminos porque el viejo receloso
desconfiaba de todos en el pueblo. Ni siquiera sus hijos sabían
los lugares. Una vez allí, en el trufero, soltaba al perro y
le restregaba las trufas por el morro para que buscara. El animal se
volvía loco. Jadeaba y olfateaba la tierra. El viejo se
acercaba y con un pequeño azadón escarbaba entre los
cantos y las raíces hasta encontrar el tesoro. Llevaban muchos
años juntos y Braulio pasaba con Chispa más tiempo que
con su mujer.
Aquel año
Chispa andaba enfermo. Cojeaba y se equivocaba cada dos por tres. En
el trufero ya no era capaz de dar con los sitios. Braulio escarbaba
allí donde el perro olisqueaba pero a menudo no encontraba
nada.
Por la navidad el
perro ya no se levantó. Braulio no se movía de su lado
hasta que no pudo soportar más y se iba solo al campo. Se
tiraba al suelo y acercaba las narices a la tierra convencido de
haber aprendido del perro. Escarbaba desesperado pero sólo
encontraba piedras y algún topo muerto.
Volvía a casa
derrotado. Rendía visita a Chispa antes de irse a dormir que
le miraba con los ojos húmedos y que guardaba silencio. Chispa
no sobrevivió el invierno. Braulio no llegó al verano.
Uno de los textos seleccionados en la convocatoria "Con un par de narices" de la revista La Esfera Cultural.
Allí ya te lo comenté. Me gustó mucho el dibujo que haces de Chispa con esos ojillos humedos. Me enternece esa imagen. Ahora siguen buscando trufas en pais que ya no se muere.
ResponderEliminarUn abrazo, Mei.
Un cuento hermoso sobre la unión y la amistad. Pasa a menudo que cuando dos seres se acompañan y uno falta, el otro no tarda en acompañarle. Muy tierno.
ResponderEliminar¡Abrazos!
Me alegro que lo hayas traído a tu rincón Mei, porque no leí todos los relatos de la convocatoria y, claro, este me lo había perdido.
ResponderEliminarMe parece un micro fantástico, que exuda sensibilidad, a la vez que le hace justicia al sentimiento de amor por un amigo.
Un abrazo,
Muy bien descrito ese vínculo tan especial que en ocasiones se establece entre estos animales y sus dueños.
ResponderEliminarFelicidades.
El perro el mejor amigo del hombre. Gracias a todos por vuestros comentarios y por pasaros.
ResponderEliminarMucha pena que murieran los dos. Era tan entrañable su relación que hasta lo he sentido. La imágen del hombre olisqueando la tierra es memorable.
ResponderEliminarMe gusta, Mei. ¡Encantada de compartir lomo contigo!.
También me alegro de surcar las mismas páginas que tú.
ResponderEliminarUn abrazo Laura
Qué grande, en un momento temí por la vida de Chispa, me llevó a los Santos Inocentes de Delibes. Pero no, el intento de adaptación, muy bueno. El final paralelo, vidas unidas. Me alegro de compartir libro contigo. De paso me quedo por aquí, a ver que se siembra.
ResponderEliminarHola Ximens. Yo también te sigo. Me gusta mucho lo que escribes. Lástima que no te prodigues mucho.
ResponderEliminarEn todo caso, bienvenido a mi blog.
Nos leemos
Un texto triste y enternecedor. Siempre digo que no sé por qué, pero lo triste siempre es más bello. Es el caso. Abrazos.
ResponderEliminarMe ha gustado. El vinculo que se crea entre un hombre y su perro es algo entrañable y dificil de explicar. Los consideramos parte de nuestra familia y olvidamos que son animales queriendolos como si fueran personas.
ResponderEliminarEs una pena que su viaje a nuestro lado dure tan poco tiempo.
Seguire leyendote Mei un saludo