Algunas
leguas después
Había
perdido el control del submarino. Ictíneo daba vueltas en el
agua, como un huevo loco. La elipse de madera, que no dejaba de
caer, acariciada por morenas, acosada por serpientes, atacada con
tinta, se quedó incrustada allí en lo abisal. Narcís, mientras trataba de poner el batiscafo en marcha, advirtió una nave portentosa de grandes proporciones que
cortaba el agua y se dirigía hacia donde él se
encontraba. Fascinado por el artefacto lo observó largas
horas sin dar crédito a la existencia de tal ingenio. Rendido y aturdido por la increíble aventura se quedó dormido. Al
despertarse miró de nuevo por el ojo de buey. Fuera del
Nautilus el capitán Nemo luchaba, sin escafandra, con un
pulpo gigante. Narcís, atemorizado por la escena accionó
los mandos y, tras varios intentos desesperados, consiguió
subir a la superficie. Una vez en tierra firme evitó durante
mucho tiempo contar lo vivido en su periplo. Jules Verne le
persiguió varios años,
hasta conseguir el relato en exclusiva.
Texto que llegó a las deliberaciones finales en el concurso de microrrelatos del mes de Febrero de la Microbiblioteca http://lamicrobiblioteca.blogspot.de/
Felicidades!! Esta nueva versión me gusta mucho. Merecido finalista.
ResponderEliminarUn abrazo
Divertido y me encantó la referencia final a Jules Verne. Interesante eso de un submarino de madera. Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Abrazos!
Me gusta cómo mezclas la ficción y los tiempos de realidad. Esa metaficción en la que Monturiol y Verne acaban siendo personajes.
ResponderEliminarMención en las deliberaciones merecida. Duros competidores este mes de Febrero.
Abrazos
No puede extrañar a nadie que esta pieza llegara a las deliberaciones finales, Mei. Si no fue más allá ha sido sólo porque coincidió en un mes muy difícil.
ResponderEliminarDestacable el juego intertextual y metaliterario del micro.
Un abrazo?
Creo que es la tercera vez que comento esta entrada, Mei...
ResponderEliminarMe encanta ese final, en el que nos descubres que, como con el submarino, tambien Monturiol tuvo algo que ver con La Veinte Mil Leguas de marras. Pero me queda la duda, cómo se enteraría Jules para llegarlo perseguir, el tío?
Ya lo dije, este mes me gustaron mucho los cuatro.
Abrazos.
Jules Verne era un pesado y no paró hasta encontrar una buena historia.
EliminarUn abrazo
Muy bueno Mei. ¡Trepidante final!
ResponderEliminarGracias Yolanda.
EliminarUn abrazo
Paloma, Melvin, Xesc, Pedro, Miguel Angel y Yolanda gracias por vuestros comentarios. Siempre es de agradecer el ser mencionado. Y más compartir suerte con microrrelatistas tan buenos.
ResponderEliminarMe encantaría navegar dentro de él.
ResponderEliminarLa literatura te lo permitetodo
EliminarUn saludo.Bienvenido a mi blog
Buena metaficción. Moby Dick salió de una historia parecida, unos hechos reales en los que un cachalote hundió un barco. Abrazos.
ResponderEliminarEra la época de las grandes aventuras.
EliminarUn abrazo Manu
Mei, ¡Enhorabuena por este relato y por haber sido finalista! La verdad que es un relato que deja la duda si fue real lo que cuenta o no, quiero pensar que algo de cierto tiene.
ResponderEliminarA seguir así de bien.
Abrazos.
En casi todo hay algo de verdad
EliminarUn abrazo nIcolás y gracias por pasarte
Dios Google me aclara los puntos oscuros de mi ignorancia. Basándome en el principio de que en los micro las cosas nos está porque sí, me informo de quien es Narciso Monturiol y su Ictíneo. Así las cosas, en la relectura obligada puedo sumergirme en la transparencia de la historia y la Historia. Me gusta y he disfrutado con tu homenaje y fino humor
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