El muchacho mira debajo de la cama y en el armario, detrás de la
ropa. Cierra la ventana, corre la cortina. Deposita el bate de
béisbol bajo la almohada. Antes de apagar la luz, revisa los cajones
y escruta los enchufes. Se lleva una linterna a la cama y, una vez
envuelto hasta la coronilla en la sábana, se siente en seguridad.
Entorna los ojos e intenta dormir. El hombre del saco y los ogros no
cruzarán el umbral. Sí, uno. Al único que no sabe ahuyentar y que,
cuando los demás ya duermen, entra en su cuarto. Su padre.
Uno de los textos finalistas de esta semana en el concurso
l´Art d´escriure del programa de radio 4 Wonderland. La ganadora Rosy Val.
¡Enhorabuena, Mei!
ResponderEliminarÚltimamente, bueno miento, en muchas ocasiones te gusta centrar los terrores en las casas y hacerlos cotidianos, aunque no lo parezcan. En esta ocasión, dentro de la ternura e inocencia de todos esos monstruos que no existen se cuela con dramatismo el peor de todos, un padre atroz.
Un golpe certero.
Le tienes cogida la medida al concurso y yo que me alegro.
Bessets.
Felicidades por este texto Mei!!
ResponderEliminarLa verdad que el remate final ...me ha dejado un poquito traspuesta. Odio a esos padres que nunca debieron serlo.
Un besazo desde Vitoria que llegue volando hasta tus tierras asolando los monstruos que encuentre a su paso.