Instinto maternal
Una mujer de unos cuarenta años,
entrada en canas, se acerca a la sala de los neonatos. Una mirada
tierna, de madre recien estrenada, atraviesa el cristal. Busca con
los ojos bailarines al bebé. Parece encontrarlo y entonces sí,
despliega una sonrisa bobalicona y aplasta aún más la nariz contra
el vidrio.
En un descuido de las enfermeras, se
adentra en el cuarto para coger en sus brazos a una de las criaturas.
Pocos minutos después, detenida por el personal de seguridad, Yerma
es expulsada, por enésima vez, del hospital.
Ya lo había leído en el Microrrelatista pero en esta segunda lectura, le he disfrutado mucho más.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por tu lectura.
ResponderEliminarNo lo había leído porque no doy abasto para leer tanta producción literaria, pero ahora que me he detenido en tus palabras, puedo decirte que Yerma de Federico García Lorca, es una obra que leí de jóven, y me gustó mucho más la segunda vez, de adulta.
ResponderEliminarCon tu micro, me ha ocurrido igual, es en la segunda lectura en la que verdaderamente me ha llegado al corazón.
Un abrazo Mei, des-
demispalabrasylasvuestras.
Hola Laura. Bienvenida a mi blog. Sí a mi me pasa también hay tantas aportaciones interesantes que es difícil atenderlas todas.
ResponderEliminarUn abrazo
No lo había leído, y me ha despertado un sentimiento extraño, de tristeza, por los deseos no cumplidos.
ResponderEliminarBesos.
¡Ay la maternidad frustada!... puede ser un escollo difícil de superar para algunas personas. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarmicrosyotrashistorias.blogspot.com/
Gracias Yolanda.
ResponderEliminarUn abrazo y bienvenida a mi blog
Me encantó. Y creo que a García Lorca también le gustaría. Preciosa esa Yerma ya con canas...
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