Canto
rodado
Tocado
por la vejez y la desidia, dejó que la piedra rodase cuesta abajo,
ya sin oponerse. La roca siguió un curso,
al principio previsible, pero después cobró autonomía. Se enredó
en unos cables abandonados. Se embadurnó de lodo. Con la fuerza
contenida de los años,
arrancó a su paso, de cuajo, postes de luz, mansiones, barracas,
coches, casas de crédito. A cada metro aumentaba de tamaño
y su capacidad de destrucción era temible. Giró durante días,
meses, sin parar. A las puertas del oceáno claudicó y cayó al
agua.
Sísifo
reflexionó satisfecho: -El mundo necesitaba un cambio.
Una reflexión fantástica escondida entre los vaivenes de tu piedra, muy bien escrito.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Paloma. Agradezco mucho tu comentario.
ResponderEliminarUn abrazo
No estaría nada mal que eso ocurriera y arrancara también de cuajo las desigualdades, los prejuicios, las injusticias (ah y los políticos) y todos comenzásemos otra vez de cero.
ResponderEliminarSaludos
Rubén
DEstoy de acuerdo, Rubén.
ResponderEliminarSaludos también para ti.
escarabajos peloteros somos, no más. urge un cambio!
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