Algunas
leguas después
Había
perdido el control del submarino. Ictíneo daba vueltas en el
agua, como un huevo loco. La elipse de madera, que no dejaba de
caer, acariciada por morenas, acosada por serpientes, atacada con
tinta, se quedó incrustada allí en lo abisal. Narcís, mientras trataba de poner el batiscafo en marcha, advirtió una nave portentosa de grandes proporciones que
cortaba el agua y se dirigía hacia donde él se
encontraba. Fascinado por el artefacto lo observó largas
horas sin dar crédito a la existencia de tal ingenio. Rendido y aturdido por la increíble aventura se quedó dormido. Al
despertarse miró de nuevo por el ojo de buey. Fuera del
Nautilus el capitán Nemo luchaba, sin escafandra, con un
pulpo gigante. Narcís, atemorizado por la escena accionó
los mandos y, tras varios intentos desesperados, consiguió
subir a la superficie. Una vez en tierra firme evitó durante
mucho tiempo contar lo vivido en su periplo. Jules Verne le
persiguió varios años,
hasta conseguir el relato en exclusiva.
Texto que llegó a las deliberaciones finales en el concurso de microrrelatos del mes de Febrero de la Microbiblioteca http://lamicrobiblioteca.blogspot.de/